Roberto Plá y mi padre José Manuel Vidal Zapater fueron amigos desde sus veinte años en Madrid, durante los difíciles años cuarenta en plena posguerra civil española. Llevados de inquietudes espirituales compartidas y sin duda influidos por la Teosofía, formaron un grupo de amigos. Se llamaba “los hermanos blancos”, quizás como contrapunto a la oscura situación social de la España de entonces. La pianista Carmen Pardos, entonces novia de Roberto, presentó a su amiga Genoveva Secanell al amigo de su novio. Como consecuencia de su posterior boda, nacimos mi hermana Genoveva y yo.
Mi padre fundó la discográfica Hispavox en los años cincuenta. Roberto había estudiado en el Conservatorio de Madrid, donde sería Profesor. Dirigió el Departamento de Música de Radio Nacional, y fue Director de la Escuela Superior de Canto. Por tanto, resultó lógica su incorporación a Hispavox, donde dirigió el Departamento de Música Clásica. Preparó la Antología de la Música Hispana, realizó transcripciones de las Cantigas de Alfonso X y auspició la grabación de Canto Gregoriano realizada por los monjes del Monasterio de Santo Domingo de Silos.
Debido a la separación de mis padres, no tuve contacto con Roberto hasta mis quince años, mediada la década de los sesenta. Mi padre quiso que conociera a su amigo y nos organizó unas entrevistas en el mismo Hispavox. Roberto me habló de espiritualidad y me regaló el libro “La voz del Silencio” de Helena Blavatsky.
Desde entonces, fui leyendo todos los libros de Roberto. El Tao Te King, el Tratado de la Unidad, la Joya Suprema del Discernimiento, las Karika, El Hombre Templo de Dios Vivo. Mi padre viajó a la India y yo también después. Con la ayuda de un gran amigo, el Prof. B. Lahiry de la Universidad de Benarés, y junto con su segunda esposa, Isabel Ródenas, realizaron una excelente traducción del Gita que entregaron a Roberto para su corrección de estilo. Roberto se entusiasmó, lo estudió a fondo, escribió unos magníficos comentarios y el Gita fue publicado.
Mi relación con Roberto se hizo mas intensa durante su proceso de elaboración del Gita. Yo iba con frecuencia a verle a sus casas de Majadahonda y de Villalba.
Hablando sobre su proceso interno de desarrollo espiritual, Roberto me decía que él practicaba la Contemplación. No se trataba de una Meditación estructurada, ni de la práctica sistemática de ninguna técnica. Consistía en la toma de una postura interior de contemplación pasiva de la propia actividad mental, que le conducía a un estado de silencio interior y felicidad.
Siendo Roberto una persona de extraordinaria riqueza intelectual y vasta cultura, las conversaciones con él eran maravillosas, de una gran densidad. Nuestro común amigo el Prof. Lahiry, con quién Roberto tuvo sintonía inmediata y buena amistad, me aconsejó compartir con Roberto el Silencio. Y así lo hicimos en ocasiones. No se trataba únicamente de estar callados, sino de experienciar el Silencio compartido.
Y este es el mejor recuerdo que conservo de mi relación con Roberto.
José Manuel Vidal Secanell
Marzo de 2017
Como introducción a “El Hombre templo de Dios vivo” se escribe “Una obra que conmueve… para mí este es un libro excepcional porque tiene la capacidad de comunicar un sentido renovado al cristianismo a través de una lectura interiorizada de todo su mensaje. La amplitud y consistencia de esta lectura hacen que el libro sea tremendamente original, creo que único.
Desde que lo descubrí, hace unos diez años, el libro ha venido a ser un compañero con el que en cada encuentro me maravillo, tanto por la verdad sentida del conocimiento que trasmite como por la belleza, impregnada de vivencia, de su escritura. Ambos aspectos forman una alianza y proporcionan un texto que conmueve.
Roberto Pla tuvo en su vida profesional una gran dedicación a la música y, paralelamente, desarrolló su labor como buscador y estudioso espiritual, ámbito en el que tradujo y comentó ampliamente libros fundamentales de la sabiduría oriental y sufí. El hombre templo de Dios vivo fue la última obra que escribió, ya a una edad avanzada. Percibo en ella a alguien de elevada realización (unificación) que se siente llamado a compartir la profunda comprensión que finalmente ha alcanzado del cristianismo y afronta la enorme tarea que supone hacerlo.
En el libro las citas de la Biblia son una permanente referencia, lo que forma un rico tapiz que soporta con firmeza toda la interesantísima construcción interpretativa. Seguramente para promover la asimilación profunda necesaria para que el conocimiento sea transformador, Pla utiliza un estilo literario a veces complejo y/o reiterativo que comunica mucho más de lo que es estrictamente informativo.
Por todo ello, el libro puede constituirse en un maestro para la vida desde una orientación cristiana, pero para que esto sea así es necesario entrañarse con su contenido y que este acompañe los necesarios procesos de limpieza psíquica (bautismo de agua) y presencia y conocimiento (bautismo de fuego). En mi experiencia, cada relectura aporta nuevas comprensiones y la profunda vivencia de fe del autor nos ayuda a aunarnos con el mensaje.
San Juan nos dice en su Prólogo que la Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Roberto Pla nos hace ver que en la tradición judía y en el mensaje cristiano hay una referencia continua, si bien frecuentemente escondida, a esta esencia (la luz de la conciencia) que constituye la base de nuestro ser y que en su naturaleza genuina es llamada Hijo, Cristo interior, Palabra o Mesías; también se alude a ella como semilla, tesoro, piedra angular, entre otras denominaciones. Realizar la unión de nuestra alma (sistema psíquico) con esta esencia y manifestar en la vida lo que es propio de ella es la Buena Nueva que Jesús enseñó y acercó con su vida paradigmática y la permanencia de su espíritu.
Pla nos muestra que realización a que estamos llamados implica un proceso de conocimiento que está descrito en los evangelios y que se apoya, sobre todo, en la fe de reconocer la Palabra en nosotros y el velad, la atención discernidora a la luz y a los contenidos de la conciencia. Ésta vigilancia es la buena tierra que hace posible la transformación de la semilla que somos en el mucho fruto o grano abundante de ser en mayor plenitud.
La falta de vigor actual del cristianismo como fuente de inspiración para gran número de buscadores seguramente tiene que ver con la dificultad que presentan muchos aspectos de la lectura literal o manifiesta de los Evangelios y de la Biblia para que les resuenen internamente. Tradicionalmente se ha tendido a hacer una lectura externa, olvidando que gran parte de los textos son alegóricos y encuentran su sentido real cuando se interpretan como dirigidos a la interioridad del ser humano. Como nos hace ver Pla, esta doble intencionalidad de sentido (manifiesto y oculto) es propia de la tradición de los redactores bíblicos. La lectura que se hace en este libro es la llamada oculta o interna y de ahí su capacidad para contribuir a completar el significado de los textos bíblicos en general y, en particular, de ampliar la comprensión de muchos aspectos del mensaje cristiano, lo cual es de una importancia …
…pon tú, lector, el calificativo".
Javier Lantero
Navidad de 2016
Hace muchos años que tuve la oportunidad de conocer a Roberto.
Mis encuentros con él no fueron largos en el tiempo, pero fueron profundos en su contenido. Se destacaba por su cercanía, su sencillez y calidez; pero fueron sus palabras, su mensaje los que hicieron un gran impacto en mí.
La certeza, la fe, su convicción en el Ser que somos, contagiaba, calaba hondo.
Sentía en mi interior una resonancia, una acogida a lo que ya intuía como una Verdad.
Estaba indicando un camino, una postura en la vida destinada a descubrir lo falso en nosotros, lo que nos impide manifestarnos como instrumentos puros de ese Ser que somos.
Escuchándole, valorando cada vez más la pureza y la belleza de su enseñanza, brotó en m interior el propósito y el anhelo de dar sentido a mi vida dedicándola a “este bello y tremendo trabajo que compete a todo hombre, de desembarazarse de todas las falsas interpretaciones de sí mismo para recuperar la Realidad”.
El legado que dejó en sus libros sigue siendo un indicador en mi camino.
Quiero manifestar mi profundo agradecimiento a Roberto, a quien considero una de las personas que más han influido y ayudado en mi evolución.
María Orduña
Madrid, febrero de 2017